01 abril, 2005

Personas

Crónico

Introducción

Caminar, el espacio moviéndose bajo nuestros pies, el mundo girando alrededor nuestro como hipnotizado por ángeles perversos, que esperan que caiga y no me levante, que ansían mi derrota ante todo, los que esperan mi muerte, la desean, la imploran y la ignoran, pero la mantienen presente.
La mañana se abrió muy temprano, el sol: cómplice de todos los actos, se asomo sin pedir permiso y entro en todos lados, abrió sus ojos al nuevo día y fue reputeado por los que dormitaban. El mediodía, el sol: se sube al mundo y corrompe pensamientos enceguece a peatones y es reputeado por los fotofóbicos. La tarde, el sol: no hay nada mejor que un atardecer acompañado, se esconde y deja a los enamorados la noche… y es reputeado por los solos. La noche, cómplice, el sol no esta: todos lo agradecen, la gente se divierte y las viejas lo reputean y lo esperan. La coartada perfecta, el amor es estacional y en la noche se apogea, espera, se ríe y vuelve a empezar en el momento justo. Esa noche era de ellos dos, caminar bajo las estrellas encontrar lugares seguros, evitar la luz, amar la sombra, entregarse a los impulsos asesinos de amor y vida, empezar de vuelta con las manos limpias, sin dejar rastro alguno.

Nudo

Esa tarde el sol se escondió en las nubes dejando un gris alrededor de todo, pensó en caminar hacia el sur, no sabia porque pero era natural hacerlo los días nublados. El sur: la opción mas firme la locura en forma natural, donde se esta lejos de todo y donde no hace falta nada. La locura y la separación de todo el alma, del cuerpo muerto, lo harían sentir bien pensó.
-Hola. ¿Estas ahí?
-Si, ya bajo.
Caminaron sin rumbo durante unos minutos, el norte era el preferido de ella, él no se decidió hasta no ver la noche. Ella había elegido el parque Saavedra, era cómodo y nadie interrumpiría, esta al sur de la plaza San Martín, pensó él. En el medio del parque hay una fuente donde el agua no corre, el lugar es especial, pensó él. A ella le gustaba la poca luz de ese lugar. Empezaron temprano para lo que iban a hacer, sus cuerpos habían dejado de moverse, la luz se interrumpía con el movimiento de los árboles, esto es bueno pensó ella. Tengo que hacerlo ahora, pensó él. El aire dejo de respirar y el silencio se hizo mudo una vez más. Esa noche todo estaba bajo control, pensaron.

Desenlace

Sus manos de ladrón avanzaron sin perder el tiempo, su cuello era tentador y la noche no tenia desperdicio. Ella sonreía mientras el trataba de apagar ese instinto, en ese momento incontrolable, de su mente. El plan es perfecto, pensaron. Mis manos están bien pensó él. Es hermoso, pensó ella. Tiene que salir bien, pensaron. El movimiento se hizo constante, el aire se alejaba del lugar y se desintegraba en la noche, que era la única presente en ese ritual de santos muertos, donde la muerte caería.
-Estas bien?
-Si. ¿Y vos?
-Yo bien.
-Te quiero
-Yo también.
Sus manos, ya enérgicas de muerte, dieron los últimos toques al cuello que cedería a toda la muerte. El aire se hizo espeso y las cosas empezaron a andar bien. Me ama, pensó ella, él dio el último apretón a ese músculo. Ella dejo de respirar. La quiero demasiado, pensó él mientras se alejaba. Caminando. Hacia el sur.

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