27 septiembre, 2006

vos

voy a volver a casa, mas tarde, voy a sentarme a escribir un rato, quiza me ayude un poco eso. voy a comprar algo para tomar, un poco de vino o alguna cerveza. voy esperar que el tiempo pase, seguramente algun disco me acompañe, no voy a pensar en vos, bueno quiza un poco si, voy a pensar en tus ojos, tus pelos, tu cara, las luces, en todo eso. voy a volver a casa, estoy un poco triste, siempre decias que me gustaba estarlo. hoy la verdad no me gusta.

23 septiembre, 2006

tardes

estaba desnudo en mi habitacion, buscando ropa. bah en realidad seguia perdido y borracho, la siesta de dos horas y media y no habia ayudado. giraba en mi mismo y no encontraba nada familiar. hacia ya muchas horas que habia tomado y habia echo el ridiculo. tenia una borrachera de vino malo, vino que no se puede saber la procedencia. me habia visto a traves de sus ojos, fue la sensacion mas horrible del mundo, no podia pronunciar ni una palabra y estaba parado pidendo que me quiera y me vi a travez de sus ojos. fue solo un momento y me basto para darme cuenta de que estaba haciendo las cosas mal. estaba totalmente equivocado. estaba dejando en su retina la peor imagen de mi y ella esta digiriendola de una manera especial. no me estaba odiando, pero se que nunca va a volver a verme asi. estaba borracho y desnudo en mi habitacion, buscando ropa y buscando salvarme por una vez mas. estaba esperando recibir noticias de ella y ver cuan mal habia quedado. borracho y desnudo, ante el mundo.

22 septiembre, 2006

fumas?

como ignorar
eso que me atrae
hacia vos
esa indiferencia
esos silencios
largos
y esas esperas
eternas
o esos momentos
cuando venis
fumando
cuando prendes
el cigarrilo
cuando no decis
nada
pero miras
como cuando miras
y decis
mas de lo que
las palabras dicen
cuando chocas
mi frente
con la tuya
y no decis
nada.

19 septiembre, 2006

otra noche

habia dormido mas de lo que lo necesitaba. estaba mareado. seguia acostado, no tenia respuesta de mis brazos ni mis piernas, estaba odiando estar ahi, pero no podia hacer nada. miraba la hora en el reloj. siempre era tarde, esta vez no tanto. seguramente estaria llegando tarde a algun lado, no sabia donde iria, pero seguro llegaba tarde. no tenia recuerdos fijos de la noche anterior, seguramnete habia tomado mucho, y habia besado a alguna chica. casi qe no podia acordarme de nada. maldigo esos momentos, estaba perdido, no se que dia estoy viviendo, espero que no sea lunes nada mas. agarre el telefono y me fije la hora otra vez, y el dia, era un domingo mas, otro domingo de mas. ahora en un rato llegarian las mjs de la noche anterior, despues los leeria y me acordaria mas de lo que hice. en ese momento no tenia ganas.

15 septiembre, 2006

como siempre

bizarre love triangle

Every time I think of you
I feel shot right through with a bolt of blue
Its no problem of mine
But its a problem I find
Living a life that I cant leave behind
But theres no sense in telling me
The wisdom of the fool wont set you free
But thats the way that it goes
And its what nobody knows
Well every day my confusion grows

Every time I see you falling
I get down on my knees and pray
Im waiting for that final moment
You say the words that I cant say

I feel fine and I feel good
Im feeling like I never should
Whenever I get this way
I just dont know what to say
Why cant we be ourselves like we were yesterday
Im not sure what this could mean
I dont think youre what you seem
I do admit to myself
That if I hurt someone else
Then Ill never see just what were meant to be

Every time I see you falling
I get down on my knees and pray
Im waiting for that final moment
You say the words that I cant say

12 septiembre, 2006

Capitulo 19 de "La Senda del Perdedor"

19

El 5.° grado era algo mejor. Los demás alumnos parecían menos hostiles y yo me iba haciendo físicamente cada vez más grande. Todavía no me elegían para los equipos, pero recibía menos amenazas. David y su violín habían desaparecido. Su familia se había trasladado. Yo volvía a casa solo. A veces me seguían algunos chicos, de los que Juan era el peor, pero no llegaban a hacerme nada. Juan fumaba cigarrillos. Caminaba detrás mío fumando un cigarrillo y siempre llevaba con él un compañero diferente. Nunca me seguía él solo. Me daba miedo, yo deseaba que desapareciera. Por otro lado, me daba igual. No me gustaba Juan. No me gustaba nadie de la escuela. Creo que lo sabían.

Por eso me tenían manía. No me gustaba la forma en que caminaban, el aspecto que tenían o cómo hablaban, pero tampoco me gustaban mi padre ni mi madre. Seguía teniendo la sensación de estar rodeado por un espacio vacío. En mi estómago siempre había una ligera náusea. Juan tenía la piel oscura y llevaba una cadena de latón en vez de cinturón. Las chicas le temían, y los chicos también. El y alguno de sus compañeros me seguían hasta mi casa casi todos los días. Yo entraba en casa y ellos se quedaban afuera, Juan fumando cigarrillos, con aspecto duro, con su amigo al lado. Yo los miraba a través de la cortina. Finalmente, se marchaban.

La señora Fretag era nuestra profesora de inglés. El primer día de clase nos preguntó nuestros nombres.

—Quiero conoceros a todos —dijo.

Sonrió.

—Ahora, seguro que cada uno de vosotros tiene un padre. Creo que sería interesante que cada uno nos contara en qué trabaja su padre. Empezaremos por el primer asiento y seguiremos por toda la clase. Bueno, María, ¿en qué trabaja tu padre?

—Es jardinero.

—¡Ah, eso está muy bien! Asiento número dos... ¿Andrew, en qué trabaja tu padre?

Era terrible. En el vecindario, todos los padres habían perdido su trabajo. Mi padre también había perdido el suyo. El padre de Gene se pasaba el día entero sentado en su porche. Todos los padres estaban sin trabajo excepto el de Chuck, que trabajaba en un matadero. Conducía un coche rojo con el nombre del matadero en los lados.

—Mi padre es bombero —dijo el asiento número dos.

—Ah, muy interesante —dijo la señora Fretag—. Asiento número tres.

—Mi padre es abogado.

—Asiento número cuatro.

—Mi padre es... policía.

¿Qué iba a decir yo? Quizás sólo fueran los padres de mi vecindario los que estaban sin trabajo. Yo había oído algo del crack en el mercado económico. Significaba algo malo. Puede que el crack sólo afectase a nuestro vecindario.

—Asiento número dieciocho...

—Mi padre es actor de cine...

—Diecinueve...

—Mi padre es concertista de violín...

—Veinte...

—Mi padre trabaja en el circo...

—Veintiuno...

—Mi padre es conductor de autobús.

—Veintidós...

—Mi padre es cantante de ópera.

—Veintitrés...

Ese era yo.

—Mi padre es dentista —dije.

La señora Fretag siguió con todo el resto de la clase hasta llegar al treinta y tres.

—Mi padre no tiene trabajo —dijo el número treinta y tres.

Mierda, pensé, debería haber pensado en eso.

Un día la señora Fretag nos dio una tarea.

—Nuestro distinguido presidente, Herbert Hoover, va a venir a Los Angeles este sábado para dar un discurso. Quiero que todos vosotros vayáis a oír al presidente, y quiero que escribáis un ensayo sobre la experiencia y sobre lo que penséis del mensaje del presidente.

¿El sábado? Yo no podía ir. Tenía que segar el césped, cortar todas las hojitas. (Nunca podría cortar todas las hojitas.) Casi todos los sábados recibía una paliza con la badana de afilar porque mi padre encontraba una hojita. (También me pegaba a lo largo de la semana, una o dos veces, por cosas que no hacía o que hacía mal.) No podía decirle de ninguna forma a mi padre que tenía que ir a ver al presidente Hoover.

Así que no fui. Aquel domingo cogí algo de papel y me senté a escribir sobre cómo había visto al presidente. Su coche abierto, abriéndose paso entre senderos de flores, había entrado en el estadio de fútbol. Un coche lleno de agentes secretos iba delante, y otros dos coches iban justo detrás. Los agentes eran tipos valientes con pistolas para proteger a nuestro presidente. La multitud, se levantó al entrar el coche del presidente en la cancha. Nunca había ocurrido algo igual. Era el presidente. Era él. Saludó con la mano. Nosotros le respondimos. Una banda comenzó a tocar. Había gaviotas que volaban en círculo encima nuestro como si supieran también que allí estaba el presidente. Y también había aviones que hacían escritura aérea. Escribían en el cielo cosas como «La prosperidad está a la vuelta de la esquina». El presidente se puso de pie en el coche, y en ese momento se apartaron las nubes y la luz del sol cayó directamente sobre su cara. Era como si Dios también lo supiese. Entonces los coches se detuvieron y nuestro gran presidente, rodeado de agentes del servicio secreto, subió a la plataforma de discursos. Al llegar junto al micrófono, un pájaro descendió del cielo y se posó junto a él. El presidente le hizo un gesto de saludo al pájaro y se rió. Todos nos reímos con él. Entonces empezó a hablar y todo el mundo escuchó. Yo apenas pude oír el discurso porque estaba sentado junto a una máquina de freír palomitas que hacía demasiado ruido, pero me pareció oírle decir que el problema de Manchuria no era grave, y que en casa todo se iba a arreglar, no debíamos preocuparnos, y todo lo que debíamos hacer era creer en América. Habría suficiente trabajo para todo el mundo. Los talleres y las fábricas se abrirían de nuevo. Habría suficientes dentistas con suficientes dientes que extraer, suficientes fuegos y suficientes bomberos para apagarlos. Nuestros amigos de Sudamérica pagarían sus deudas. Pronto podríamos dormir en paz, con nuestros estómagos y nuestros corazones llenos. Dios y nuestra gran nación nos rodearían de amor y nos protegerían del mal, de los socialistas, nos despertarían de la pesadilla, para siempre...

El presidente escuchó los aplausos, saludó, volvió a su coche, subió y se fue seguido de coches llenos de agentes secretos mientras el sol empezaba a caer, la tarde se diluía en el crepúsculo, rojo, dorado y maravilloso. Habíamos visto y oído al presidente Hoover.

Entregué mi ensayo el lunes. El martes, la señora Fretag se dirigió a la clase.

—He leído todos vuestros ensayos sobre la visita de nuestro distinguido presidente a Los Angeles. Yo estaba allí. Algunos de vosotros, me he dado cuenta, no estuvisteis por una razón u otra. Para aquellos que no estuvisteis, os voy a leer este ensayo de Henry Chinaski.

La clase estaba terriblemente silenciosa. Yo era, de lejos, el alumno más impopular de toda la clase. Era como un cuchillo que atravesara todos sus corazones.

—Es muy creativo —dijo la señora Fretag, y empezó a leer mi ensayo. Las palabras sonaban bien. Todo el mundo escuchaba. Mis palabras llenaban la habitación, de pizarra a pizarra, pegaban en el techo y rebotaban, cubrían los zapatos de la señora Fretag y se amontonaban en el suelo. Algunas de las niñas más guapas de la clase comenzaban a echarme miradas. Todos los tíos duros estaban humillados, sus ensayos no valían un pjjo. Yo bebía mis palabras como un hombre sediento. Incluso empecé a creérmelas. Vi a Juan allí sentado como si le hubiera pegado un puñetazo en todos los morros. Estiré las piernas y me eché hacia atrás. Se acabó demasiado pronto.

—Con esta gran redacción —dijo la señora Fretag—, se acaba la clase.

La gente se levantó y comenzó a guardar sus cosas.

—Tú no, Henry —dijo la señora Fretag.

Me quedé sentado y ella se quedó allí de pie mirándome.

Entonces dijo:

—¿Henry, estuviste allí?

Traté de pensar una respuesta. No pude. Dije:

—No, no estuve.

Ella sonrió.

—Eso hace que tenga más mérito.

—Sí, señora...

—Puedes irte, Henry.

Me levanté y salí. Empecé a caminar hacia casa. Así que eso era lo que querían: mentiras. Mentiras maravillosas. Eso es todo lo que necesitaban. La gente era tonta. La cosa iba a ser fácil. Miré detrás mío. Juan y su amigo no me seguían. Las cosas me iban cada vez mejor.

11 septiembre, 2006

ella


y ella tenia todo lo que buscaba.
lo tenia todo, hasta las cosas minimas,
tenia todo y lo escondia.
seguramente no sabia que yo lo buscaba.
no la creia tan mala como para ocultarme todo eso.
pero ella seguia con mis cosas y yo esperando.

10 septiembre, 2006

me quede con ganas de verte


anoche tuve una de esas borracheras que lamentablemente recordas al otro dia. y no es que la s recordas como una de las mejores, sino como una mas. me gustaria direcctamente no acordarme de nada y tener la sensacion de haberla pasado bien. pero solo me acuerdo de que estaba borracho y caminaba y no habia caras conocidas ni nada de eso. solo caminaba y estaba borracho y eso fue un sabado a la noche.