17 noviembre, 2006

Mira esta cosa que escribi

Una luz le dio en los ojos, directo en la pupila que todavia no asomaba por debajo de los parpados casi azules de tan purpura. La vida noctambula no combinaba muy bien con su vida de ciudadano respetable; y no porque se fuera de putas y deteriorara su imagen (que eso tambien, pero nadie se enteraba) sino porque al quedarse despierto hasta altas horas de la madrugada, y tener que levantarse a las 10 (como muy tarde), despegar los ojos se convertia en un suplicio. "Me gustaria poder ayudarlo con sus problemas de insomnia, pero no me parece que usted permanezca despierto por causas psicologicas sino por puro gusto..." "¿Que vamos a hacer?" respondio el hombre, "yo soy asi, este ritmo de vida lo llevo desde la mas tierna infancia y no lo puedo cambiar." "Pues vaya a una clinica del sueño, tomese pastillas, pero no se quede despierto que despues hay que maquillar mucho", dijo la maquilladora personal de su esposa, que hacia a veces las veces de amante, a veces las veces de asistente y las mas solo asistia a su esposa.
Se levanto, pesado, de la cama mirando en derredor, tratando de reconocer el lugar. ¡Estaba perdido! "Esta no es mi cama..." Cuando forzo un poco mas la sinapsis (y la vista) se dio cuenta de que ése era su sillon y nuevamente la vida que llevaba le habia jugado una mala pasada. Miro el reloj de mano: eran las 5 y media. Su balcon daba al este y el sol solo alumbraba el departamento por la tarde. Frunció el entrecejo. Maldito sol!
Pero despues de todo, ¿a quien le importa si no va el dia de hoy que lo tiene permitido por la religion? Incluso, ¿no fue el el que habia decretado que asi fuera?


Esto lo escribio Mara Golzman.

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